Por Silvia Blume.
Constanza Echevarría es la cuarta persona en España certificada como formadora por el Centro Internacional de Comunicación NoViolenta, después de Pilar de la Torre, Amalasiri Murcia y Helen Adamson. En 2010 conoce la CNV. Actualmente sustituye a Helen Adamson en la formación anual de CNV que tiene lugar en Barcelona, es miembro activo del Grup de formadors de Catalunya, formó parte del grupo organizador del Encuentro anual de CNV en el 2017, imparte talleres periódicos de CNV, guía un grupo de prácticas en Barcelona y es participante en un grupo de prácticas en la misma ciudad.
Constanza, ¿Cómo descubriste la Comunicación NoViolenta? ¿Qué te cautivó de ella?
Estaba en un curso en una escuela de coaching en el que nos dieron varias píldoras formativas y un día nos dieron una sobre Comunicación NoViolenta. Todo el mundo había leído el libro menos una persona y yo. Y me cautivó totalmente, me quedé impresionada; recuerdo que el profesor nos explicó rápidamente los cuatro elementos y los ubicó en el cuerpo, luego nos dio un papelito que explicaba diez cosas que podemos hacer para lograr la paz interior y para mejorar las relaciones con l@s demás, y pensé: “¡Esto es lo que falta en mi vida!”. Llevaba años formándome, buscando maneras de conocerme, comprenderme y crecer personalmente, y por fin encontraba la manera. Para mí fue la constatación de que mis valores estaban recogidos en algún lugar y que no tenía por qué ser una religión. Eran mis valores más profundos, relacionados con poder conectar con l@s demás, permitirme ser auténtica, crear confianza, contribuir. Siempre he querido contribuir, pero enterarme de que era una necesidad universal, que compartimos todas las personas, era algo nuevo para mí. Lo primero que me atrajo fue ver que estaba en concordancia con mis valores. Lo siguiente que me atrapó fue leer el libro Comunicación NoViolenta, un lenguaje de vida de Marshall Rosenberg, y ver la posibilidad de mejorar la relación con mis hij@s y de profundizar en las relaciones con otras personas.
Pero la primera vez que fui a un grupo de prácticas de Helen Adamson, resulta que lo que más me impresionó fue el grado de intimidad que se podía crear con las personas y notar cómo Helen acogía con presencia lo que le ocurría, tomándose un tiempo. Iba comprobando con los ojos cerrados sus sensaciones corporales, a su ritmo, y expresaba si se sentía de una manera o de otra, si quería una cosa u otra. Ese día se abrió ante mí la posibilidad de escucharme a mí misma, de conocerme más y de mejorar la relación conmigo misma. Eso era una cosa que no se me había ocurrido hasta entonces, siempre había estado volcada en mejorar la relación con l@s demás. Fue el gran hallazgo.
¿Qué es para ti la CNV, qué significa en tu vida?
Para mí es un nuevo paradigma, una nueva manera de ver las cosas, diferente a cómo me educaron y cómo nos han educado a tod@s en general, desconectad@s de nuestros sentimientos y necesidades. Es la gran herramienta que tengo para sentir compasión hacia mí y hacia los demás, para comprenderme cuando me equivoco, para comprender a l@s demás, para ver dónde pongo mi atención, para darme cuenta de la intención que tengo o tenía al comunicarme.
Me sirve de brújula. Hay momentos en que no la tengo a mano y me siento perdida, y entonces es un alivio pensar que puedo recurrir a ella para que me sirva de guía. Me orienta hacia mis valores, hacia lo que quiero: tener una relación comprensiva conmigo misma y con otras personas, una relación que me permite sentirme más cerca. Lo veo como algo espiritual. Para mí tiene mucho que ver con llegar a conocer a l@s demás a través del conocimiento que logro de mí misma, porque tod@s tenemos una humanidad compartida. También me gusta esa posibilidad de crear una calidad de conexión que nos permita dar y recibir desde el corazón, como decía Marshall. Y sí, también la sensación de ver que tenemos tanto en común los seres humanos. Eso es para mí la espiritualidad. Conocerme a mí misma, aceptarme, quererme y confiar en mí, en las demás personas y en la vida. Poder estar en la confianza y en la esperanza.
¿Qué formador@s han sido de inspiración para ti en tu formación y por qué?
La primera formadora que conocí fue Helen Adamson, y ya sabes lo mucho que me impresionó e inspiró. Recuerdo especialmente la honestidad y la vulnerabilidad con que se expresaba.
Luego me fui a vivir a Inglaterra y conocí a varios formadores en talleres. Beauchamp Bagenal, “Beach”, me propuso hacer un grupo de prácticas en mi casa. Era un formador independiente y aprendí muchísimo en las sesiones semanales con él. Y me hablaba mucho de Marshall porque había asistido a cursos suyos y trabajado situaciones personales con él. Eso me sorprendía de los formador@s en Inglaterra, que hablaban de Marshall entre ell@s así, sin decir su apellido. Tod@s le conocían, era alguien muy cercano para ell@s y eso me lo acercó a mí también. No llegué a conocerle personalmente, cosa que lamento.
En esa época me formé en mediación con CNV con Ike Lasater y Ania Mils en Polonia, y eso me supuso mucha práctica y mucho aprendizaje. Desde ese momento tuve una compañera de empatía con la que me he reunido semanalmente durante años por skype.
Y luego conocí a Amalasiri e hice el programa anual con ella y con Helen. Amalasiri tiene un estilo diferente al de Helen y aprendí mucho de ella también. Para mí, tiene una honestidad muy espontánea, y mucha presencia. Ahora tengo la oportunidad de verla muy a menudo porque co-facilito con ella los programas anuales de CNV sustituyendo a Helen temporalmente. Estoy practicando y disfrutando mucho esta experiencia con Amalasiri. Ambas me inspiran mucho en la manera de entender y vivir la CNV.
En el primer IIT que fui, en México, conocí a Pilar de la Torre. Había oído hablar mucho de ella, pero nunca había ido a un curso suyo. Me gustó mucho la estructura de sus talleres y la profundidad a la que se podía llegar con las actividades que proponía. Era otro estilo, y me gustó ver cuánto me podía enriquecer con un@s y otr@s formador@s! La verdad es que he aprendido mucho de tod@s l@s formador@s con l@s que he tenido contacto, algún@s con actividades de gestos y sin palabras, o canciones, como Susana Rusch. Alan Said también me inspira mucho y me gusta escuchar sus anécdotas con Marshall. Disfruto mucho con todos l@s formador@s: Selene, Mayra, Silvie, Fabiola, Bridget Belgrave, Gina Lawrie, Darren de Witt, Ike Lasater, John Kinyon, Shantigarbha, Shinhaketu, Arnina y Miki Kashtan… Empezaría y no acabaría.
¿Por qué decidiste certificarte?
Pues fue gracias a Amalasiri, que un día me dijo algo así como: “Oye, tú con la de cursos que has hecho seguro que te sobra la formación necesaria para certificarte. ¿Cómo es que no te certificas?”. Y la verdad es que me quedé muy sorprendida y, además, que me lo dijera una formadora certificada. ¿Sería que me veía preparada? Decidí que podía ser mi siguiente reto y que aprendería mucho en el camino hacia la certificación. También me dije que certificarme podía ser una estrategia para que la gente confiara más en mí, en que estaba preparada. Yo ya estaba facilitando cursos de CNV en ese momento. Y la verdad es que he aprendido muchísimo en el proceso de certificación y me ha dado mucha seguridad y confianza en mí misma.
¿Cómo ves la evolución de la CNV en nuestro país?
Ahora se han certificado o están a punto de hacerlo diez personas más. Y con más formador@s certificad@s llegaremos a más gente. Aunque tampoco haga falta estar certificad@ para compartir la CNV, sí que puede dar un conocimiento y un compromiso más profundos.
Se ha iniciado un proceso de certificación en castellano, y ahora muchas más personas se van a poder certificar. Es un camino de crecimiento personal y estoy segura de que seguirlo va a permitir mucho aprendizaje y ofrecer formaciones de calidad.
Certificarse significa comprometerse a vivir y compartir la CNV, y hacerlo con las enseñanzas de Marshall Rosenberg, desde una intención de tener en cuenta las necesidades de todos los seres, de crear un mundo mas armónico y compasivo. Cuando nos leemos su libro vemos que tiene una gran profundidad y que aborda todos los temas principales del ser humano.
¿Qué diferencia ves entre vivir la CNV y enseñarla? ¿Qué obtienes o qué necesidades satisfaces al enseñar la CNV?
Bueno, para mí enseñar me permite aprender más, integrar lo ya aprendido, y luego satisfago esa necesidad tan grande que tengo de contribuir a un mundo en el que me guste vivir. Poner una semillita a mi alrededor para que la gente pueda crecer, progresar, tener esperanza, comprenderse más, comprender mejor a l@s demás, cambiar la manera de ver las cosas incómodas; que en lugar de estar a la defensiva, o al ataque, o en la culpa, en la vergüenza o en el enfado, pueda ver que es posible transformar todo eso desde una misma. Es increíble cómo ayuda verlo todo bajo el prisma de las necesidades y traspasar una y otra vez el condicionamiento de lo correcto e incorrecto, o bueno y malo.
El gran reto es compartir el proceso CNV en el día a día con tu familia. Eso sí, cuando empezamos a ver resultados, es motivo de gran celebración. Y con la primera persona que yo invito a vivir y aplicar la CNV es con un@ mism@, es darse autoempatía, es llegar a comprenderse cuando hacemos algo que no entendemos: ¿por qué lo he hecho? ¿Qué ha podido desencadenar frustración en mí misma o en otr@s? Para mí, enseñar es una manera más de practicar y me ayuda a integrar aún más esta filosofía en mi día a día.
Y luego la vida me va ofreciendo situaciones que me asustan o que no vivo con alegría, y son oportunidades de aprender. Me las trabajo desde la CNV y logro sentirme muy aliviada, porque logro comprender lo que está en juego, confiar, abrir mi corazón. Ver que avanzo y progreso me satisface y me va dando más paz, aunque sé que es un camino que no se acaba nunca.
¿Qué cosas crees que ayudarían a que se expandiera la CNV en España?
Como proyecto mío de cambio social, que tenía claro al iniciar el proceso de certificación, me encantaría llevar la CNV a las escuelas, a los padres y a las madres, a los maestros y a las maestras y al alumnado. Creo que es la cuna de la sociedad. ¡Si pudiera llevarse a las escuelas! La educación es la base, sería mucho más fácil de integrar. Yo me he encontrado que me he tenido que deseducar en muchas cosas y cada día me encuentro con que estoy en el paradigma anterior a la CNV, otra vez volviendo a mis patrones antiguos. Y si a l@s niñ@s l@s educáramos en acoger sus emociones y sensaciones corporales y sus necesidades ―de hecho ell@s ya son por naturaleza muy “ceneúvicos”―, y aprendiesen cómo resolver conflictos internos y con otras personas, eso supondría un gran avance y una expansión enorme de la CNV.
¿Con qué retos te encuentras al dar tus talleres de CNV?
Uno de los retos es que tengo tanta pasión, quiero compartir tantas cosas, hacer tantas actividades… que me pongo nerviosa y a menudo no respeto mi ritmo, que normalmente sería más lento. Y me repito mentalmente: “menos es más, menos es más, menos es más…” porque he llegado a imaginar que les pongo un embudo a tod@s y con un gran bidón les doy la CNV para que se la traguen y engullan. Jajaja… Este es uno de mis retos.
También me cuesta decidir las actividades o dinámicas, porque son tantas las cosas que me gustaría que se llevaran l@s participantes… ¿Qué les doy que sea provechoso para ell@s? Luego, cuando estoy en el momento, siempre encuentro cosas tan ricas que a veces casi me olvido del guión. Así que también me puede costar encontrar el equilibrio entre la estructura o el guión que me había propuesto y lo que se está produciendo en el momento, que para mí es un regalo.
Y otra dificultad para mí es la difusión de mis talleres. Me es mucho más fácil difundir los talleres de otr@s formador@s que los míos. También me encuentro con mis limitaciones tecnológicas para preparar y confeccionar los carteles. Valoro la facilidad y la espontaneidad, y el estar ahí difundiendo no es espontáneo ni fácil para mí, pero bueno, me adapto. Recuerdo a Fabiola Fuentes, qué graciosa, cómo vendía sus talleres, y me encantaría hacerlo como ella. Cada vez que se mencionaba en el IIT algo que despertaba interés decía con ímpetu “¡¡y si quieren aprender de esto vengan a mi taller!!” y soltaba una gran carcajada.
¿Qué cosas de la CNV crees que enganchan más a las personas?
Puedo hablar de mí. Lo que me engancha a mí y creo que atrae a muchas personas es ese grado de intimidad que se crea, de confianza, ese poder hablar de mí sabiendo que voy a ser acogida y escuchada, y de que si me juzgan lo van a poder transformar y ver mi humanidad. Es todo lo que tiene que ver con la escucha empática. Me puedo mostrar y ser más espontánea, más auténtica, eso me encanta. La calidad de conexión, de intimidad y de vulnerabilidad, creo que es lo que atrapa a mucha gente porque permite confiar en una misma, en las demás personas, en la vida, tener más esperanza. Ayuda a poder transformar sentimientos incómodos, a llegar a comprender situaciones y actuaciones propias y de las demás.
¿Qué diferencias ves en la manera de formarse y de vivir la CNV en los diferentes países en los que has estado?
Pues la verdad es que no veo diferencia y eso me encanta, es como si la CNV fuera como un esperanto: tenemos un lenguaje común, pero no traído por la globalización o algo que empuja a que seamos todas las personas iguales, sino desde la identidad propia sumada a una humanidad compartida. Me encanta ver que me puedo entender tan profundamente a través de sentimientos y necesidades con personas de cualquier nacionalidad, y ellas conmigo.
¿Qué necesidades satisfaces al dar tus talleres?
La primera que me viene a la cabeza, y me noto emocionada al expresarla, es que le da sentido a mi vida: es contribuir a crear un mundo que está más de acuerdo con mis valores. Y cuando doy mis talleres también aprendo. El aprendizaje y el crecimiento son muy importantes para mí, y también contribuyo al aprendizaje de otr@s personas, a que vean las cosas con mayor claridad, a que puedan confiar y transformar el sufrimiento en aprendizaje, a que se puedan mostrar, a que puedan trascender la vergüenza y dejar de aislarse y ver que tod@s estamos en el mismo barco. Entender y traspasar la culpabilidad y la vergüenza es muy importante para mí y me gusta compartir cómo se puede hacer.
Otra cosa que consigo al facilitar talleres es mucha conexión con l@s demás y conmigo misma. Y me siento muy viva y con mucha alegría, especialmente cuando comparto cómo celebramos las necesidades satisfechas, cómo podemos enfocarnos en lo que sí funciona en nuestra vida, y expresar la gratitud. Dar las gracias de una manera tan concreta como se hace en la CNV es transformador, y darnos cuenta de que podemos decidir dónde poner nuestra atención, en las cosas que sí están funcionando y celebrarlas y agradecerlas, a mí me cambia totalmente mi estado de ánimo, me conmueve mucho, y me aporta confianza y esperanza. En mis talleres a menudo intento conectar con la gratitud y me gusta proponer alguna actividad que dé espacio a todas aquellas cosas que quizá damos por supuestas, pero que son un regalo que podemos celebrar. También hay aprendizaje en las celebraciones, y expresar gratitud me acerca mucho a otras personas y me abre el corazón.
¿Hay algún formador o formadora con el que te gustaría especialmente hacer un taller o curso?
Sí, me gustaría mucho hacer un taller o curso con Robert Gonzales, y profundizar en cómo conecta con la belleza de las necesidades. Me parece un hombre muy espiritual. En Inglaterra, vari@s formador@s me comentaron que lo veían como el sucesor natural de Marshall. Y también me encantaría conocer y formarme con Dominic Barter, y aprender a facilitar círculos restaurativos de justicia. Estoy admirada con lo que ha conseguido crear en Brasil, y llevar a tantos otros países.
Quiero agradecer a Constanza su alegre disponibilidad y presencia durante la entrevista. Al estar conectada a sus sentimientos y necesidades me ha ayudado a estar más presente, a expresarme con honestidad y a recibirla con empatía.
Entrevistarla ha sido una experiencia enriquecedora, que ha satisfecho con alegría mis necesidades de conexión, de aprendizaje y de contribución.